¡Ni se te ocurra vestirte de amarillo!
Hasta al más escéptico le sigue entrando cierto reparo inevitable cuando ve cruzar un gato negro, al tener que pasar por debajo de una escalera o si por torpeza derrama un salero sobre el mantel.
Hasta al más escéptico le sigue entrando cierto reparo inevitable cuando ve cruzar un gato negro, al tener que pasar por debajo de una escalera o si por torpeza derrama un salero sobre el mantel.