Más allá del cuento infantil de Peter Pan, existe un síndrome que, bajo el mismo nombre de Peter Pan.
Consiste en que una persona reúne un conjunto de rasgos que le impiden crecer, hacerse mayor y sentirse hombre, pues no quiere renunciar a la idea de seguir siendo un niño, lo que provoca una incapacidad por llevar hacia adelante una relación de pareja, entre otras cosas.

Sin embargo, el paso del tiempo es indudable, y aunque su comportamiento sea infantil, divertido y con ganas de “vivir la vida”, detrás de todo esto se esconde una persona insegura de sí misma y con miedo al rechazo o al abandono de su seres queridos.
Por lo que hace al complejo de Wendy, las mujeres que lo poseen son aquellas que no consiguen controlar su propia vida y, por lo tanto, se esfuerzan por controlar la de sus parejas, tomando una actitud maternal. Son mujeres muy seguras de sí mismas, pero solo aparentemente, ya que necesitan cariño y afecto constantemente por parte de sus parejas y de ellas dependen sus estados de ánimo.
En esta situación, si nos encontramos con un Peter Pan y una Wendy y ella insinúa la posibilidad de formalizar la relación, él se agobiará, empezará a pensar en las palabras “compromiso”, “madurez”, etc., y la relación se romperá. Y si a Peter Pan le va bien estando en esta situación, seguirá como hasta el momento, pero no para siempre, pues llega un momento en la vida en el que todos asentamos la cabeza.
Tanto el síndrome de Peter Pan como el complejo de Wendy no pueden considerarse trastornos psicológicos. Aun así, relacionar a dos personas con estas características conlleva a tener en cuenta ciertos aspectos que podrían derivar en situaciones negativas.
Ambos deberán asumir ciertos cambios en sus vidas para poder avanzar y evolucionar como pareja, consiguiendo así una relación más sana y duradera. En el caso de ellos, deberán ser conscientes que tienen que asumir responsabilidades cada vez de una mayor importancia, superando así sus miedos y dejando atrás la vida idílica que nos imaginamos cuando somos niños. Más que preocuparse única y exclusivamente por ellos mismo, deberán aprender a simpatizar con la gente que les rodea y conocer bajo la experiencia lo que significa la palabra “recíproco”, lo que será vital para el buen funcionamiento de una relación de dos personas.

Por lo que hace a ellas, tienen que establecerse unos límites en su cabeza y decirse a ellas mismas que no siempre son las que tienen la culpa en una relación, ya que así únicamente estarán reforzando y, en consecuencia, aceptando el comportamiento infantil de su pareja sin darse cuenta que no es lo normal. También tienen que creer más en ellas mismas, subirse la autoestima y tener una visión distinta de lo que supone tener una relación, pues la palabra “equilibrio” será muy importante en el proceso de recuperación en estos casos.
Sobre todo, las parejas con estas ideas deben ser conscientes que es un cambio muy grande de personalidad, lo que requiere un gran esfuerzo, tiempo y convicción.

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