Ha caído en mis manos un artículo de El País que no tiene desperdicio titulado “La imparable conquista de la generación ‘sin ganas’: ¿viviremos sin sexo en 2030?”

Lo he leído con gran interés y hay datos que hablan por sí solos, como por ejemplo estos del National Survey of Sexual Attitudes and Lifestyles:

  • En 1990 las parejas de 16 a 64 años hacían el amor 5 veces al mes.
  • En 2000 las parejas de 16 a 64 años hacían el amor 4 veces al mes.
  • En 2010 las parejas de 16 a 64 años hacían el amor 3 veces al mes.

Si la cosa sigue así en 2030 las parejas harán el amor 0 veces al mes.

Amor: antes, durante y después…

Amor: antes, durante y después…

“Nuestros padres y abuelos tenían la actividad sexual incorporada en su día a día”, explica Francisca Molero, “hoy debemos buscar espacios para ella, hacerle un hueco en la agenda porque no surge espontáneamente. Un buen símil para entender esto es el ejercicio físico. Antes la gente subía escaleras, andaba largos trayectos a pie, cargaba con cosas. Ejercitábamos los músculos en nuestras tareas diarias. Ahora hay que apuntarse a un gimnasio. Con el sexo pasa lo mismo, hemos domesticado el deseo”.

También hay “otros datos”:

Tras leer lo anterior, y algunos otros datos alarmantes, hice las cuentas de los años que tengo y los que me quedan para el 2030… y las veces que tengo que hacer el amor para estar “dentro” o “fuera” de la estadística… pero sobre todo me acordé de una conversación que tuve en verano que “aparentemente” no tiene nada que ver… pero lo tiene.

Zhazz es una agencia virtual de matchmaking, es decir, de creación de parejas estables porque están basadas, previo estudio, en la compatibilidad, gustos, personalidad, costumbres, aficiones…

No es científico, no lo dice ninguna universidad, ni ningún estudio de esos que todo lo miden… es simplemente “algo humano que pasó”… que me contó el propio protagonista y que, a mi modo de ver, rompe, afortunadamente, todas las estadísticas porque es casi inclasificable.

El pasado verano conocí a una persona con la que “conecté” inmediatamente y hablamos de muchas cosas… había perdido a su esposa tras una breve pero dura enfermedad, se llevaban muy bien. Su esposa sabía que se moría y le escribió una carta para que la leyera un mes después de haberse muerto. La carta era muy larga y estaba llena de muchas cosas, pero sobre todo de amor y de humor y, según me dijo, decía cosas como estas…

  • Te vas a quedar solo pero no quiero que te quedes solo… no es bueno para ti ni para mi saber que te quedas solo… la soledad no es buena y eres un hombre maravilloso… me gustaría que formaras una nueva pareja, si puede ser con mi amiga Xxxxxx, sé que le haces mucha gracia y está libre. Esas cosas las mujeres las sabemos…
  • Me arrepiento de algunas cosas que no he hecho tantas veces como hubiera querido, como por ejemplo no haber hecho el amor más veces contigo en el coche como cuando éramos más jóvenes… era incómodo, pero era muy excitante y divertido, sobre todo en invierno cuando los cristales se empañaban… y me escribías tonterías en ellos…¡después!
  • También me arrepiento de haber trabajado tanto y de no haber disfrutado más de la vida… y de todo lo bueno que nos ofrece que es mucho… ¡No somos eternos… que no te pase a ti lo mismo!

Ya sé que la capacidad de sorpresa del ser humano es ilimitada, pero nunca pensé que una mujer (o un hombre) que sabe que se muere buscara pareja a su pareja para cuando ella o él no esté. La pregunta es: ¿hay un acto de amor mayor que este? La respuesta es… (que cada uno dé la suya).

Anonimus Amorimus

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